A raíz de un artículo escrito por un exrector de la UPV/EHU y rescatado del diariovasco.com por la lectura de Anecado, me han vuelto las ganas —nunca materializadas hasta ahora— de aportar un diminuto grano de arena a la confusión generada a partir del llamado proceso de Bolonia y su implantación en nuestras y nuestra universidad. El citado artículo trata más del lado del docente y administrador que del papel del alumno, se centra en el incremento bestial de la burocracia —pongan la erre donde quieran— y de papeleo incomprensible en que ha degenerado lo que se suponía que iba a ser un proceso de normalización y armonización. Por destacar algo, la innecesaria confusión de adjetivos a las competencias: que si básicas, que si transversales, que si... la insulsa creación de clasificaciones complejas para lo simple. Pero ya digo, aprovechando.
Después del cabreo en el primer año del nuevo grado en Ingeniería Informática y en Ingeniería Multimedia —ahora, ya en el segundo, tengo una actitud con más perspectiva—, te vas dando cuenta de las prisas de última hora y de las incoherencias generadas. Una de ellas es B=EC.
"Bolonia", ¿realmente es equivalente a evaluación continua? Más bien no, la declaración de Bolonia, los documentos previos y posteriores, de lo que hablan es de armonizar y hacer comparables la mayoría de los mapas de titulaciones europeos. Básicamente, que la estructura y duración de los ciclos sea homogénea —grado y máster— para lo que se adopta el archiconocido crédito ECTS que, además, permite comparar y asumir las calificaciones obtenidas por cualquier estudiante europeo. Aparte, fomentar la movilidad de profesorado, alumnado y personal de administración y servicios, y establecer los pertinentes mecanismos de control y verificación de todo el asunto.
Una lectura basada en la interpretación más libre del conjunto de documentación que se conoce como "Bolonia" puede extraer, de algún párrafo concreto, la necesidad de adoptar nuevos métodos docentes que incidan en el aumento de la calidad de las enseñanzas, más cuando otro punto fundamental de este nuevo marco universitario es el acercamiento de las enseñanzas superiores a la realidad social y empresarial. Lo gracioso del asunto es que precisamente esto, la necesidad de evolucionar desde el binomio clase magistral-examen a nuevas formas de motivación y evaluación no necesitaba de tanta traca. Yo, al menos, siempre lo he entendido como una necesidad obvia.
Otra cosa es cómo hacerlo. Y lo que nunca acabé de comprender es que viniera impuesto por el plan de estudios; por los planes de estudios, que no somos los únicos. Pero, vale, no está mal. Todos tenemos la imagen prehistórica del profesor que en el minuto 1 de la clase se sienta en su mesa y en el minuto 2 empieza a leer del "libro de la asignatura". Hasta que termina el capítulo programado y, entonces, se levanta y se va. Menos esperpéntico, cierto es que un examen es un hito crítico que, si tienes el día malo, resulta en fracaso posiblemente injusto. Mejor sería que me evaluaran por mi trabajo en conjunto y no por tres horas escasas de examen. Así que, por unos y por otros, bien está que se medio exija la renovación didáctica —en la Universidad de Alicante, nos restringen a un máximo de un 50% de la nota de cada asignatura en forma de examen final tradicional.
Igual me equivoco, pero la EC no la entiendo como una sucesión de "controles" pequeñitos, vamos, los exámenes parciales de toda la vida pero en versión micro. La EC es un compendio de herramientas de evaluación de las ya muy famosas "competencias" y eso incluye, sí, pruebas objetivas escritas (exámen, control, ... como lo quieras llamar), pero también tutela a través de trabajos, ejercicios, discusiones, proyectos, presentaciones, etc., etc., y más etc.
Ya es que nos ven "cansinos", por reiterativos e insistentes en la reivindicación, pero con clases de 100 alumnos ¿cómo voy a seguir la evolución de todos y cada uno de ellos? Cuidado, que lo normal es tener más de un grupo asignado, con lo que se dobla, triplica, ... Normal es que, entonces, se diseñen 5 o 10 "pruebas objetivas" —o sea, test— repartidas durante las quince semanas y "ya estamos haciendo EC". A esto se le llama "evaluación distribuida".
Y la segunda convocatoria, ¿qué sentido tiene en este nuevo marco? Pues que la utopía va por un camino y el papeleo va por otro. No me quiero extender. En mi universidad, oficiosamente, se le llama "recuperación". Allá el servicio jurídico cuando le llegue alguna reclamación. Por cierto, no tiene desperdicio esta noticia que me ha saltado en la búsqueda.
En mi humilde y segura ignorancia pedagógica intuyo obsoleto, carpetovetónico, seguir distinguiendo entre "teoría" y "práctica", la absurda necesidad de tener dos tipos de clase, la teórica y la práctica. Sí, ya, los dineros son los dineros, más justo en el momento en que se está escribiendo esto. Suerte tendremos si no desaparecen las prácticas y volvemos a dar clase en el salón de actos.
En definitiva, reconozco mi infantil entusiasmo antes de empezar: "vamos a hacer EC". Pero lo cierto es que parece más como que a alguien se le ocurrió que el Pisuerga pasaba por allí y aprovechó para lanzar un titular llamativo, que "Bolonia" nos exige una revolución en la docencia universitaria. Y va y dice: "ahora todos a hacer EC". Pues vale. ¿Y la renovación igualmente profunda en gestión de recursos, horarios y procesos administrativos?
También sospecho que una forma de diluir las críticas a todo el proceso es reforzar e insistir en algún punto positivo, pero es que no lo encuentro, ¿dónde dice en la declaración de Bolonia que el método docente ha de ser la evaluación continua? Si nos ceñimos a la letra, con ajustar los créditos y recolocar las asignaturas preexistentes en 4+1 cursos desde el anterior 3+2 bastaba. Si nos basamos en el espíritu, una opción es adoptar la EC más toda una serie de adaptaciones de lo antiguo a lo deseado. Pero no es la única, y de ser elegida, hay que ser consecuentes.
El punto de equilibrio ha sido la "evaluación distribuida" (ED). Bueno, no está mal, mientras se mantiene el esquema administrativo de siempre —grupos y horarios—, obligamos al profesorado de todo pelo a realizar más de una prueba durante el curso. Con la actual situación ¿a qué llegamos? Que unos hacen... 2 exámenes y otros 15. Organicen y coordinen esto para que no desborde e inunde.
Así que no confundan, administradores, profesores y alumnos, no culpen a "Bolonia" de la actual situación, esto ha sido cosa nuestra. Ni B=EC ni EC=ED.
También sospecho que una forma de diluir las críticas a todo el proceso es reforzar e insistir en algún punto positivo, pero es que no lo encuentro, ¿dónde dice en la declaración de Bolonia que el método docente ha de ser la evaluación continua? Si nos ceñimos a la letra, con ajustar los créditos y recolocar las asignaturas preexistentes en 4+1 cursos desde el anterior 3+2 bastaba. Si nos basamos en el espíritu, una opción es adoptar la EC más toda una serie de adaptaciones de lo antiguo a lo deseado. Pero no es la única, y de ser elegida, hay que ser consecuentes.
El punto de equilibrio ha sido la "evaluación distribuida" (ED). Bueno, no está mal, mientras se mantiene el esquema administrativo de siempre —grupos y horarios—, obligamos al profesorado de todo pelo a realizar más de una prueba durante el curso. Con la actual situación ¿a qué llegamos? Que unos hacen... 2 exámenes y otros 15. Organicen y coordinen esto para que no desborde e inunde.
Así que no confundan, administradores, profesores y alumnos, no culpen a "Bolonia" de la actual situación, esto ha sido cosa nuestra. Ni B=EC ni EC=ED.
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