11 abril 2012

Los deberes que todo el mundo hace y las pilas que todos se ponen

Que el mundo de la comunicación es canibalismo puro se intuye. Que el discurso mediocre lo inunda todo se sabe. Sean oradores experimentados, futbolistas de dudosa educación o profesionales del servicio público, el mimetismo en las formas habladas y escritas se aproxima a lo que es la parrilla de programación de las más de 70 emisiones en TDT, un repetir lo que hace el otro sin más objetivo que rellenar 24 horas que tiene el día.

Si alguien, a estas alturas, todavía utiliza metáforas como "hacer los deberes" y "ponerse las pilas", o insiste en la supuesta gracia del "sí o sí", solo está mostrando al mundo que o bien no tiene mucho que decir y sí mucho tiempo en el que hacerse notar, o bien su capacidad de trasladar una idea a una secuencia de palabras es, cuando menos, sospechosa de mejora. Es el "copia y pega", ha calado hasta profundidades no vistas, hay tanto que hablar, que no decir, que es más fácil repetir y repetir, y volver a repetir lo que en el primero, este ciertamente acertado y original, era ocurrencia, gracia y oportunidad.

Lo dicho, en cuanto escuches la referencia a los deberes de un señor hecho y derecho, o señora, y más que olvidado de sus tiempos de colegio huye, corre, cambia de canal, pasa a la siguiente página. 

Qué le vamos a hacer, la vida es así. Al menos, "cambiar el chip" está en desuso. Pero "fútbol es fútbol".

"Hacer los deberes". Alberto Bustos, El blog de la lengua española.